CAPITULO1: LUCES

Eran casi las diez de la noche cuando volvía a casa del trabajo, hoy me había retrasado más de lo previsto, pero este caso me tenía muy liada en los últimos días, los niños eran lo más importante para mí, y no iba a dejar que dos padres sin escrúpulos los utilizaran como moneda de cambio en su proceso de divorcio, ya lo había visto muchas otras veces por eso me dedicaba a esto, mediar entre las familias para que la parte más vulnerable no salga perjudicada.

Pensaba en eso de camino a mi hogar, ni fuera del despacho podía dejarlo al margen, aunque por eso decidí irme a vivir fuera de la ciudad, tenía cerca el trabajo, el cine, restaurantes, centros comerciales y un montón de gente por la calle entre la que perderme cuando lo necesitaba, y a solo veinte minutos de allí, mi refugio, una pequeña casa de una sola planta hecha de piedra, con un gran porche donde paso muchas horas muertas sentada, en mi sillón de mimbre y cojines blancos, leyendo o escuchando música, en una urbanización privada, casi perdida en el campo, rodeada por la naturaleza, arboles, plantas, un arroyo cercano, y paz, mucha paz. Demasiada soledad decía a veces mi madre, pero a mí me gustaba así, si me canso de la “soledad”, voy a visitarlos, a ella y a mi padre, o a mis hermanos, que viven muy cerca de aquí, además mis amigos siempre están dispuestos para una noche de fiesta, cine o una ruta de senderismo, hay para todos los gustos.

La luz roja de un semáforo me trajo a la realidad, me detuve y mire el coche que había a mi lado, es inevitable siempre miras al otro coche en un semáforo. En la parte delantera había una pareja joven muy sonriente, se veían felices, en el asiento de atrás, dos niños que jugaban desde sus asientos entre ellos y con sus padres, en ese momento mientras contemplaba esa escena como si de una película se tratara, sentí envidia, celos de lo que tuve al alcance de mi mano, rabia porque me robaron lo que era mío, dolor, mucho dolor ante una realidad que nunca se cumpliría y entonces mi cabeza voló a otro lugar, a otro tiempo hace ya cuatro años….”lo siento Ale, pero es que lo que siento por ti, no es ese tipo de amor, eso se fue, ahora…ahora quedan otras cosas. Lo mire, ahí sentado tan seguro de sí mismo, mi pareja desde hacía seis años, para mí la persona más bella, con sus veinticinco años, podía ser lo que quisiera ser, porque era guapo, inteligente y muy divertido…intente centrarme en lo que acababa de decirme, era cierto que nuestra relación últimamente se había enfriado, pero es que ambos teníamos mucho trabajo. Me esforcé y entonces mis palabras salieron_ Y tú eras el que decía que a nosotros eso no nos pasaría nunca, cuando una vez te dije que el amor era como una llama, a la que si no cuidas y proteges, acaba por consumirse_ me miro con los ojos enfocando otro tiempo, recordando el justo momento cuando años atrás de dije por primera vez esas palabras, ahora me miraba fijamente a los ojos, lo había recordado…, pero no dijo nada, tampoco hacía falta. Me levante del banco en el que estábamos sentados, y empecé a bajar escalones de aquel parque en el que habíamos pasado tantas horas, con paso decidido y sin volver la vista atrás, me alejaba del que había sido mi amor por mucho tiempo y lo seria aun por mucho mas. No me gire, no quería dejarle ver como mis ojos se anegaban en lagrimas, pero no hacía falta yo podía sentir sus ojos clavados en mi espalda viéndome marchar, y no hizo nada para detenerme….”

El claxon del coche de atrás me recordó que el semáforo se había puesto en verde, metí primera y acelere, otro claxon mucho más fuerte y un gran par de luces se me vieron encima y de pronto todo se volvió oscuridad.