CAPITULO 4: PRINCIPES Y PRINCESAS

Bueno aqui esta el nuevo capitulo, espero que les guste, me costo un poquito porque estoy bastante atareada esta semana y la proxima, ademas que estas son fechas dolorosas para mi. Bonnie espero que tu hija este mejor.

Gracias por seguir mi historia, pasen, pasen y comenten por favor.....!!!!!


Bueno la decisión estaba tomada, ahora solo me quedaba esperar que viniesen a prepararme, ¿vendría el también o mandarían a alguna enfermera?, ojala viniese. En realidad quería que fuese el, ¡Alberto!, sonreía como una idiota solo de pensar su nombre, además en verdad él fue quien decidió mi tratamiento no yo, claro porque yo no podía razonar demasiado bien teniéndole tan cerca, el se esforzaba por explicarme de forma que pudiese entenderlo la gravedad del asunto y cuáles eran las formas de poder devolver la sensibilidad en mis piernas, se le veía serio y entornaba los ojos, cada vez que hablaba sobre el peligro que podría correr. Según mi doctor, se había producido un pinzamiento sobre un nervio que llegaba hasta mis piernas, también provocaba que toda la zona lumbar estuviese inflamada, lo que dificultaría muchísimo una operación, esa era una de las opciones, según Alberto la más peligrosa, porque podía haber secuelas irreversibles, el casi descarto esta posibilidad de inmediato, mientras él seguía con su explicación yo me deleitaba fijándome en cada uno de los detalles de su rostro, las arrugas que se le formaban en el entrecejo al mirarme fijamente, las pequeñas bolsas que empezaban a formarse debajo de sus ojos y la barba que empezaba a salirle, ¿cuanto tiempo llevaría trabando sin pasar por su casa? recordar esto me hizo pensar en el tiempo que yo llevaba aquí.

_ ¿Cuanto tiempo llevo en el hospital?_ dije en voz alta

_Dos días, amor, te has pasado la mayoría del tiempo inconsciente_ mi madre estaba sentada al lado de mi cama leyendo el libro “Donde el corazón te lleve”.

_Si, esta chica a dormido demasiado últimamente_ mi mejor amiga hacia su entrada triunfal por la puerta de la habitación, me miraba con una sonrisa picara, una que yo conocía muy bien, Noe estaba planeando algo, y no tardaría mucho en averiguarlo. Mi amiga le propuso a mi madre que bajase a tomar algo, llevaba muchas horas sin comer nada, yo sé que mi amiga se preocupaba por mama, ella era como parte de la familia, pero en el fondo sabia que lo que quería era estar a solas conmigo para decirme lo que rondaba por su cabecita. Mama no pudo resistirse a la presión de Noe, que puede ser muy convincente cuando se lo propone. Nada más salir mama por la puerta vino corriendo a sentarse en mi cama, sin dejar esa gran sonrisa en los labios.

_Suéltalo ya_ le dije, ella miro hacia la puerta para cerciorarse que estaba cerrada y nadie podía oírnos.

_Está bien, allá voy, el doctor que te está atendiendo…._se detuvo ahí, seguro que se había fijado en el, claro como para no hacerlo, seguro que quería información sobre él, y yo estaba dispuesta la dársela, por lo menos lo que supiera que ahora que lo pienso no sé nada mas allá de su nombre, pero si a ella le gustaba yo la ayudaría, aunque eso significase que yo me quedase fuera del juego_...digo, que ese doctor es guapísimos, amiga_ sonreír ante esa obviedad_ y has visto como te mira, se le cae la baba contigo Ale_ eso si me dejo fuera de lugar y abrí los ojos todo lo que pude con incredulidad _ venga amiga no me digas que no lo has notado, ese hombre esta loquito por tus huesos, no se ha ido a su casa desde que tu entrantes por la puerta de urgencias_ esa información me dejo mas bloqueada aun, pero no quería pensar en esa posibilidad…

_Mira Noe, Alberto se ve…_

_ ¿Alberto?, Claro aquí todo el mundo llama a los doctores por su nombre de pila, ¿verdad?_ mi amiga imito el tono irónico que yo suelo utilizar con ella.

_ Somos jóvenes los dos, no tenemos por qué tener tantas formalidades, pero lo que quería decirte es que se ve que es un medico muy profesional, por eso habrá estado pendiente de mi caso, soy su paciente, nada más_ si eso es, soy su paciente y el es mi médico, nada más, me repetía a mí misma.

_Ale, por favor, cuando vas a dejar esa actitud, de no quiero hombres en mi vida_ mi amiga conocía mi vida como la suya propia, y sabia que desde hacía dos años, los hombres que habían pasado por mi vida no duraban más de una noche, no es que yo fuera una mujer fatal, solo que había tomado la decisión de no dejar a nadie entrar en mi vida_ amiga no me digas que este hombre no podría ser tu príncipe azul.

_Ya sabes mi respuesta Noe, estoy bien así, tengo libertad para hacer lo que me place.

_Ya, y si necesitas una dosis de sexo no te falta_ las dos empezamos a reír, pero en el fondo me di cuenta que vacía estaba mi vida, las relaciones con los hombres se había convertido en algo tan rutinario como comer o respirar, una necesidad fisiológica mas, pero esa era mi elección, prefería eso a salir herida de nuevo.

Mi doctor favorito entro por la puerto tras haber golpeado tres veces en la puerta para anunciar su presencia, venia seguido por una enfermera y traía algo en las manos, debía ser la segunda opción de mi tratamiento, según me explico se trataba de un corsé para inmovilizar la columna y una serie de anti-inflamatorios y no se cuanta medicación mas, que iba a ser muy incomodo y doloroso para mí, porque no iba a poder moverme por la rigidez de la prenda, pero que era menos arriesgado que la operación, yo le pregunte que si en lugar de ser yo la paciente fuese alguien de su familia o alguien importante para el que decidiría, entonces me sonrió ampliamente mostrando su perfecta dentadura, y me dijo _no hay más que hablar te pones el corsé_ y se marcho sin darme opción a decir nada. Y había llegado la hora de empezar con la tortura, en realidad yo no pensaba que pudiera ser tan malo.

_Siento molestar esta conversación tan divertida que tienen, pero tenemos que poner el corsé a Alejandra_ lo dijo dirigiéndose a mi amiga, que me miro de forma cómplice.

_Te veré luego Ale_ me dio un beso, cogió su bolso y me guiño un ojo_ a usted también lo veo después, ¿verdad doctor?

_Por supuesto_ le dijo el sin mirarla, no notó el tono burlón de mi amiga, me las pagaría mas tarde.

_Antes de nada vamos a sentarte Ale, si en cualquier momento notas algún dolor o alguna molestia dímelo inmediatamente, ¿de acuerdo?_ yo asentí, intentado incorporarme en la cama, cosa que parecía casi imposible, entonces y la enfermera se pusieron cada uno a un lado de la cama y me ayudaron a sentarme cogiéndome por los brazos. Al tenerlo tan cerca no pude reprimir inspirar el olor de su perfume, cerré los ojos para grabarlo en mi mente, era exquisito, penetrante.

_Ayúdame a quitarte el pijama Alejandra_ me quede parada ante las palabras de la enfermera, pero como pensaba yo que iban a ponérmelo sin desnudarme primero. Mire a Alberto y estaba dedicado a preparar el corsé sin mirarme, así que levante los brazos y la enfermera se deshizo de mi pijama, llevaba puesto un sujetador deportivo bastante discreto, gracias a dios, mama no me había traído nada de encajes ni nada sexy que era lo que más abundaba en mi colección de ropa interior.

_Cuando quiera doctor_ dijo la enfermera dirigiéndose al autista medico que estaba en la habitación.

_Levanta los brazos, por favor, si ves que te sientes cansada, agárrate a mi o a la enfermera, porque vamos a tardar un poco_ todo esto lo dijo sin mirarme, así que levante los brazos y espere, se acerco a mí y empezó a colocar el corsé, note el leve roce de sus manos contra mi piel, que en contraposición con los de la enfermera los suyos eran como el roce de las alas de una mariposa, como si estuviese evitando tocarme, y yo por el contrario deseaba sentir más. Empecé a sentir los brazos pesados así que decidí dejarlos descansar primero el izquierdo sobre el hombro de la enfermera, y después el derecho sobre su hombre. Mi mano como si tuviese vida propia de coloco alrededor de su cuello, al sentir mi tacto, note como se le erizo el bello de esa zona, levanto la cabeza mirándome por primera vez desde que empezó con la colocación de la faja, me miro a los ojos, los suyos estaban brillantes, apretó los labios y trago de forma evidente, entonces yo le sonreí, lo mas inocentemente que en ese momento me salió, y recordé las palabras de mi amiga, tal vez realmente no le era indiferente.

_Eh, esto, ¿Ale, tienes hijos?_ me dijo volviendo a negarme su mirada, me dejo a cuadros no sabía a cuento de qué venia esa pregunta.

_ ¿Hijos? ¿Yo? no, ¿Por qué?_ se notaba a la legua que lo que menos esperaba era ese tipo de pregunta por su parte.

_Es que han dejado en mi despacho las cosas que llevabas en tu coche el día del accidente y…_ se detuvo un momento parecía avergonzado por algo_ había varias películas de dibujos, princesas, libros de walt Disney, el libro de Eclipse,…_ahora lo entendía.

_Y piensas que a una mujer madura no le gustan ese tipo de lecturas _ no era una pregunta, lo estaba afirmando _ pues yo sí, prefiero soñar con un mundo de fantasía, donde existen monstruos, príncipes y princesas o vampiros románticos, prefiero eso a la cruda realidad_ entonces me miro regándome su amplia sonrisa, se veía tan irresistible así.

_De acuerdo, me parece muy respetable_ le dio mi pijama a la enfermera, para que me ayudase a ponérmelo_ ahora intenta descansar, mañana paso a verte. Si te molesta mucho pide que te den un calmante, ¿de acuerdo?

La enfermera ya había terminado y salía por la puerta, el seguía anotando algo en mi informe.

_Hasta mañana princesa_ me dijo sin quitar la sonrisa de su rostro.

_Hasta mañana_ mi príncipe, este ultimo pensamiento me sorprendió incluso a mí, ¿seria posible que este hombre fuese capaz de abrir mi corazón?